Cuatro voces para contar cuatro historias

Cada semana que pasa va quedando menos para la presentación de las Novelas cortas y para que todos podáis disfrutar con su lectura, esperamos que tanto como disfrutamos nosotros editándolas. Para ir abriendo boca y conociendo un poco más en detalle las novelas, en esta entrada nos imaginaremos a Daniel frente a la máquina de escribir, seguramente con su pitillo en la boca, decidiendo las mejores formas de contar sus historias, eligiendo a los narradores más adecuados, sus voces y sus puntos de vista.

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Como podréis comprobar con la lectura de su primera novela corta, la inédita Fuego aparte, Sueiro decide presentar esta historia de la forma más directa e inmediata posible y deja que las acciones y los personajes hablen por sí mismos. El narrador en este caso se limita a relatar los movimientos, los gestos, casi como si de acotaciones teatrales se tratase. Todo el peso dramático, pues, queda en los personajes, no en la voz que nos cuenta la historia. Con La carpa llega la narración en primera persona que mantendrá en el resto de las novelas, pero también el uso de esta técnica evolucionará mucho. El narrador de La carpa, Rogelio, funciona como un punto de vista muy cercano a la historia, está dentro del grupo, pero no tiene un especial protagonismo por encima del resto de integrantes en lo que a la acción se refiere. Es eso: un punto de vista desde el que lo vemos todo, y su subjetividad solo se deja ver en ciertas ocasiones.

 

En El regreso de Frank Loureiro, la tercera novela corta de Sueiro, volvemos a la tercera persona. Frank no es el narrador de su propia historia como sí ocurría en La carpa.  Sin embargo, nos encontramos en esta novela con un narrador muy invasivo, que afecta nuestra forma de ver la historia y sus personajes. En contraste con el propio Frank, que se deja llevar como si él no tomara decisiones en su propia vida, el narrador se hace notar y nos hace ver al propio Frank de una forma determinada: lo describe como «insignificante», habla de su «pequeño cerebro», etcétera. Y por último, con Solo de moto, la última de las novelas cortas, pasamos de un narrador que nos afecta a la hora de ver el protagonista, a una narrador que es el protagonista, volvemos a la primera persona. Todo el viaje del protagonista lo conocemos a través de sus propias impresiones y toda la novela está en su voz, en sus pensamientos. Dentro de poco podréis disfrutar de esta lectura, podréis meteros en la cabeza de este chaval y conocer así sus frustraciones, sus cabreos, sus intentos de convencerse de algo que sabe que es mentira. Todo está en su pensamiento, en su incapacidad para comprender lo que le pasa; su voz es la novela.

A nosotros nos apasiona esta capacidad de Daniel Sueiro para contar historias, para elegir las voces perfectas para contarlas y para mostrarnos así a los personajes de formas muy diferentes, desde la inmediatez de la acción de Fuego aparte hasta el hilo del pensamiento del protagonista de Solo de moto. Esperamos que a vosotros también os atrapen estas voces y que disfrutéis de sus historias.

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